lunes, 28 de febrero de 2011

Tres relatos contundentes

Navona rescata tres relatos de la autora que sorprenden por su inteligencia y finura.

Fiebre romana
Edith Wharton
Navona Editorial, 2010


Edith Wharton fue una de las plumas más aceradas, críticas y valientes de las letras norteamericanas del cambio de siglo del XIX al XX. Perteneciente a las clases altas de la vieja Nueva York, Wharton no sólo fue la cronista de aquellos salones y épocas sino que sobre todo se dedicó a desmenuzarlos sin ninguna piedad. Su mirada, que era a la vez tierna con las criaturas pero inplacable con las estructuras, siempre voló más allá que ninguna otra de su tiempo y se atrevió a poner negro sobre blanco cómo funcionaba la hipocresía de los salones y cómo éstos devenían en cárceles para los individuos y su libertad personal.

Comprometida con los derechos humanos y la libertad de los pueblos, Wharton fue una de las norteamericanas más cosmopolitas de su tiempo. Conoció a fondo Europa y fijó su residencia en Francia, país al que aprendió a amar después de comprometerse con su causa durante la Primera Guerra Mundial.

En los tres relatos que presenta en un minúsculo y atractivo volumen la editorial Navona, Wharton cuenta tres historias que nos remiten a sus temas de siempre pero tratados con una acidez especial. Así, en el caso de "Almas rezagadas", la presión del entorno corrompe el amor furtivo de dos amantes aunque hay cierta esperanza al final del relato, cosa no muy habitual en Wharton.

En "Tras Holbein" la autora retrata la decadencia total de una época: la anciana señora Jaspar cree que su mansión sigue abriéndose a diario para dar grandes cenas, cuando son los criados quienes simulan el decorado. El señor Warley, el otro protagonista de la historia, se cree inmune a la pendiente descendiente pero termina en la mansión de la señora Jaspar escenificando un mundo que ya perdió.

Finalmente, en "Fiebre romana", dos amigas del alma de toda la vida se relajan en la ciudad eterna durante un atardecer. La conversación fluye y los fantasmas del pasado vuelven... con sorpresas increíbles.

Un rato con Wharton, aunque sea corto, es siempre algo profundo y contundente. No se lo pierdan.

Xènia Bussé. Diari de Tarragona. 26/02/2011

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